domingo, 19 de diciembre de 2010

Historias de los Tarabiskotes y de los Indudiablillos, 2ª parte, por Valentino Wajciechosczaf

El acontecimiento del mes

         Los Indudiablillos son espías por naturaleza y quizá por principios. Lo que llaman su “rectitud moral” a menudo se mezcla con la que también llaman “un sentido agudo del deber”, y les proporciona razones suficientes como para actuar con el afán de un control total de sus enemigos. Pero nunca lo han conseguido. ¡Y les da una rabia!

         Como los Indudiablillos no pueden controlar a los Tarabiskotes, organizan con cierta frecuencia operaciones secretas que consisten principalmente en colocar cámaras y micrófonos ocultos en lugares estratégicos, sean lavabos, dormitorios o salas de reuniones de los Tarabiskotes.

         Graban y graban, y guardan todo este material para su estudio posterior. Para llevar a cabo esta enorme tarea, los Indudiablillos escogen a los recién nacidos en función del tamaño de sus orejas. Concretamente, el niño que tenga el lóbulo derecho más largo que el otro está prometido a un porvenir marcado por las siglas FBI (Fuerzas Básicas de los Indudiablillos), y son educados como tal.

         La vida de los Indudiablillos FBI podría parecer ingrata si consideramos su tarea, pero las ventajas son tantas que les compensa: tienen, por ejemplo, la autorización de emborracharse cada sábado, entre las 10 y las 12.

         Una vez al mes, los Indudiablillos se reúnen en la Sala Mayor de su Congreso para conocer los resultados de los Indudiablillos FBI. Este día tan ansiado es un acontecimiento de gran relevancia, pues los Indudiablillos no tienen muchas ocasiones para levantar la nariz de sus serios asuntos. El acontecimiento es de indudable alcance, tanto para la mayoría del pueblo Indudiablillo como para los especialistas de los Indudiablillos FBI. Así que no reparan en su tiempo y su energía para organizar este acto.


         Los Indudiablillos son tan meticulosos que se pasan unas tres semanas en elegir las imágenes, las secuencias sonoras y seleccionar los análisis sobre los cuales basaran su presentación. De este modo sólo les queda una semana para tratar de conseguir material nuevo. Esta limitación puede conducirles a considerar que una sola secuencia de unos pocos minutos (correspondiendo por ejemplo a un Tarabiskote leyendo el periódico en el lavabo y riéndose a carcajadas) tenga la suficiente validez como para convertirse en el único material disponible para la reunión mensual. De vez en cuando admiten que les sabe a poco.

         Por no quedar como farsantes, los Indudiablillos FBI reutilizan material antiguo y a veces, por manipulación electrónica, consiguen crear nuevas secuencias; también se dio el caso de un soborno abonado a un Tarabiskote para que acepte grabar unos minutos. Pero esto sólo ocurrió una vez, dado que al Tarabiskote en cuestión le hizo tanta gracia que no paró de reírse, de estornudar e impidió por la tanto todo tipo de estudio.

         A pesar de carecer casi por completo de interés, la reunión del mes sigue siendo el acontecimiento cumbre de sus obsesivos estudios. Pero como un Indudiablillo no se rende nunca delante de las evidencias, sigue opinando que poco es siempre más valioso que nada. Además, la posibilidad de elección navega entre sí y sí, y todos, sin excepción, se presentan, siempre puntuales, a esos actos de puro patriotismo.

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