sábado, 11 de diciembre de 2010

LOCURA TRANSITORIA - María Ángeles

Ordenador encendido. Word abierto. Ideas en la cabeza. Sin titulo.
Suena el teléfono. Es Maite que me pregunta como se hace el estofado de ternera. Se lo explico por encima y la dejo casi con la palabra en la boca. Vuelvo al ordenador.
Sigo sin titulo. Lo dejaré para el final, como hago siempre.


“Hace casi 20 años que no hablo con Mateo. Me ha llamado esta mañana y, ante mi sorpresa, me ha anunciado su visita para este sábado”.

Es mi primera frase. ¿Es adecuada para empezar mi relato? ¿Motiva para seguir leyendo? ¿abro una ventana, o cierro para siempre la pequeña obertura de la mente del sufrido lector?
Mi madre me está llamando por el móvil.
- Si mamá, estamos todos bien. Vale, vendremos el domingo a comer. No, no hagas pollo, a Juan no le gusta mucho. ¿Macarrones? Vale, a los niños siempre les gusta la pasta. Un beso. ¡Hasta el domingo!

“Su llamada me ha inquietado. La última vez que le vi acababa de morir su esposa. Se despidió de todos y se fue a Estados Unidos a olvidar”.

Segunda frase. No está mal. Creo que el lector puede sentirse intrigado por la visita de Mateo, o por lo que éste hizo en las Américas.
Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! La tetera. Se me había olvidado. Me sirvo un té cargadito y ahora vuelvo.
- Te espero, me dice el ordenador.
Miro al aparato ¿Son imaginaciones mías o me acaba de hablar? ¡Que tontería, tengo demasiadas cosas en la cabeza...!
Voy a la cocina, me sirvo un té, me paso con el azúcar. ¡Al carajo con la dieta!
- ¡Vienes o sigo yo con la historia!
- ¡Voyyyyy! -¿Estoy contestando al ordenador?. Definitivamente me estoy volviendo loca.
Me tomaré un respiro.

¿Como es posible que tenga siempre ganas de ir al lavabo ? Tengo incontinencia ¡A mi edad!. Tendré que consultarlo con el médico ¿El médico? ¡Dios mío, se me había olvidado! Tengo visita a les 4. Marta necesita una nueva ortodoncia. ¡Nunca, nunca acabaré esta historia!. Esta silla es de lo más incómoda. Me compraré otra. Necesito disciplina ¡eso, disciplina! Retomo.

“Me ha llamado Juan, también ha recibido una llamada de Mateo. Al poco rato, Celia me dice lo mismo. Y Jacobo. Y Karen. Parece ser que quiere reunirnos para contarnos algo. Ha conseguido preocuparnos a todos. Por otro lado, no tiene porque ser una mala noticia. Quizás se haya echado una novia, hasta puede que tenga hijos...
Pit pit, pi, pit. Un mensaje. ¡Mateo!”

Bueno, ¿y ahora qué? ¿Qué le pone Mateo? No puede ser un simple saludo, tiene que ser algo intrigante, con un lenguaje críptico, como el de los chavales. No daré muchas explicaciones. Es mejor que el lector imagine. Sí, mejor ¿Qué cara pondrán todos cuando llegue. ¿Dónde quedaran? Podría ser en casa de cualquiera de ellos, o mejor, un sitio neutral.

“SOS. 17 H D 12/3 SINGAPUR.
El sitio me queda claro: nuestro pub preferido, ahora ya decrépito, pero sigue funcionando, la fecha y la hora también, pero... SOS ¡Socorro!. Me estoy empezando a poner nerviosa. Llamo a los demás. Todos han recibido el mismo mensaje. Karen le ha quitado importancia –Ya sabéis que a Mateo siempre le ha gustado hacerse el interesante, ser el centro- ha dicho, pero el resto piensan como yo, que le pasa algo grave”

Desde luego con este párrafo tendré al lector intrigadísimo. ¡Hasta yo lo estoy! Es como si la historia funcionase sola, ni yo se por donde seguirá. Tengo que relajarme un poco y pensar en como continuar. Fumaré, Un cigarrillo siempre me relaja. Los cinco minutos que dura dan para mucho.
- Oye chica ¿piensas dejarme encendido mucho rato?
¡Lo ha vuelto a hacer! ¡El ordenador me ha hablado! Mejor me enciendo otro cigarro, le doy caladas intensas y reales, muy reales. Es absurdo. Solo hablamos las personas. Me empiezo a asustar.
Cierro el word. Guardo el archivo. Bajo la tapa del portátil. Salgo a respirar
Hace frío y la niebla aun sigue baja. Se me ha olvidado comer, ya no me da tiempo. Tengo que recoger a Marta para ir al médico. Recojo mi abrigo y me subo al coche.
- ¿Crees que puedes escapar de mi?
¿Y esta voz? No veo a nadie ahí fuera. ¡Estoy mal, muy mal!
- No disimules, me estas escuchando.
El corazón se me dispara. Freno el coche. Me quedo en la cuneta. Respiro hondo.
Esta historia me está afectando demasiado. Es la primera vez que me pasa algo así y no lo entiendo. No es el primer relato que escribo. Éste apenas esta empezado y ya me está obsesionando. El pobre Mateo está a punto de llegar, tiene a sus amigos preocupados pero... tampoco es para tanto.
- Lo es.
- ¿Quién me está hablando? Por favor, di algo ¡contéstame! Nada.
Cinco largos minutos de silencio. Una inspiración profunda, sacó el aire con lentitud. Inicio la marcha. Pienso en Mateo y en lo que diría mi psicoanalista de esto: oigo voces, me estoy obcecando con mi personaje, que ni siquiera es el protagonista....
- Pues debería serlo, tú lo sabes. Recuerda...
Freno en seco. El coche que me sigue también lo hace, asombrado. No me golpea de puro milagro, el badén me ha salvado.
Varios cláxones me hacen reaccionar. Pido disculpas con la mano y reanudo la marcha. Me tiemblan las manos. Mis piernas no tienen apenas fuerza. A duras penas puedo acelerar.
Recuerda, recuerda ¿Quién me habla? ¿Qué debo recordar? ¡Piensa, piensa!
Consigo recoger a Marta. Llevarla al dentista. Pagar religiosamente la nueva ortodoncia y volver a casa. En un tiempo record de dos horas. Y sin comer. ¿Agua? Tampoco he bebido.
Mientras mi hija merienda y hace sus deberes aprovecho para sentarme delante del ordenador. Las ideas me bullen y son bastante raras, descabelladas, diría yo.

“Se lo comento a mi marido en cuanto llega del trabajo. Él conoció a Mateo cuando éramos novios. Le caía bien, mejor dicho, le caía bien su mujer, Claudia. Era una persona afable, generosa, simpática. Todos lo pasamos muy mal cuando murió en un accidente de coche. Mateo quedó destrozado. Se hundió hasta tal punto que costaba reconocerlo. Perdió peso, tenia la cara demacrada, se abandonó, tanto física como psíquicamente. Hasta que algo, alguien, le hizo reaccionar. Tomo la decisión de irse del país. Todos estuvimos de acuerdo. En el fondo nos sentíamos impotentes y nos quedamos descansando, aunque este mal decirlo: nos quitamos un peso de encima. Y ahora vuelve y nos pide ayuda. Tanto Juan como yo estamos bastante preocupados por el tema. Quedan dos días para que se descubra el misterio”

Esta historia me esta intrigando a mi también. Estoy nerviosa. ¿Qué le debe pasar a Mateo? Necesito que llegué ya. Que nos lo cuente a todos ¿Qué estoy diciendo? Soy yo quien ha creado esta historia. Yo quien tiene que resolverla. Me siento rara. ¿No soy dueña de mis ideas, o que? Es como si alguien me dirigiera, guiara mis manos por el teclado.
Hace rato que no oigo ninguna voz. ¡Que descanso!
- Pues sigo aquí
Doy un respingo. ¡Que tontería!. Preparo la cena. Un poco de tele y a dormir.
Una, dos, tres, cuatro, ovejitas, por supuesto. Cincooooo. Sangre por todos lados. El coche ha volcado. No siento las piernas. Estoy atrapada. En los asientos de atrás, Juan y Mateo, inconscientes. No consigo salir. ¡Socorrooooooo! ¡Ayudaaaaa!
- ¡Paula, Paula, despierta! El rostro de Juan me devuelve a la realidad. Una pesadilla, solo era eso. ¡Que descanso!
Me levanto fresca como una rosa a las 7 de la mañana. Desayuno con Marta y la llevo al colegio. Juan se ha ido algo preocupado después de explicarle mi pasadilla, de la que apenas recuerdo los detalles.
A las 9 en punto me siento de nuevo delante del ordenador.
- ¡Ya era hora!
Otra vez la voz. No puedo más. Pero me voy a esforzar. No va a poder conmigo.

“Por fin es sábado, el día de la reunión con Mateo. He hablado con el grupo y están todos un poco inquietos. Aunque no tanto como yo. Porque ... yo estaba enamorada de Mateo.”

¡Ya está! Ya he entrado en un tópico. Es inevitable. Un poco de amor en cualquier relato siempre viene bien. Lo dejo tal cual.

“Nunca pasó nada entre nosotros, porque respetaba a Claudia, porque también estaba enamorada de Juan, y le quería. Y porque él nunca se enteró de mis sentimientos. Me trataba con mucho cariñ. Nada más.
Me arreglo con especial interés. Después de tantos años quiero que me vea espléndida, una mujer hecha y derecha, madura pero atractiva. Las cuatro y media. Tenemos que salir ya. Estoy como un flan. Juan está extrañadísimo con mi actitud. Le he hecho cambiar de jersey 3 veces ¡Que paciencia tiene!”

¡Por fin!. Ha llegado el momento.
- Ya era hora
Ya era hora, sí. ¿Le estoy contestando? ¿Al ordenador? Otra vez. En cuanto acabe con esto pido hora a mi psicoanalista. Así no puedo seguir.

“Llegamos todos puntualmente. Nos saludamos, nos miramos inquisitivamente, nos interrogamos, pero nadie sabia nada del tema. Sólo lo que nos había puesto en el sms.
A las cinco y diez minutos, Mateo entró por la puerta”

Bueno, esté es el punto álgido del relato. No me la puedo jugar ¡Mierda, el teléfono!
- ¿Dígame? No, no me interesa cambiar de compañía, me encanta pagar un poco más que con la suya. Muchas gracias.
Vuelvo a sentarme.

“No tenia buen aspecto. Había envejecido los 20 años religiosamente, el tiempo no había tenido piedad con él. Y no venia solo. Le acompañaba una mujer. Era de esperar. De su edad aproximadamente. Eso nos sorprendió.
Nos abrazó a todos, pero a mi me hizo un guiño especial. Me ruboricé”

¡Que tonta! Después de tantos años...

“Nos sentamos, pedimos una bebida y nos presentó a su nueva mujer. Antes de nada nos preguntó por nuestras vidas. Cada uno de nosotros le hizo un breve resumen. Bodas, hijos, divorcios, defunciones... Pero lo que realmente nos interesaba a todos era el motivo de su visita. Y nos lo explicó”

En este momento me doy cuenta que, lo que voy a escribir a continuación, es lo que el lector está esperando desde hace ya bastante rato. Y de que sigo sin tener un título para el relato. Quizás me inspire el conocer la historia de Mateo.
- Estoy ya cansado de esperar ¡Arranca ya!
¡Que más quisiera yo! Estoy en blanco ¡Me ha sonreído! ¡El ordenador me ha sonreído!

“Conoció a su actual esposa, Sara, a los dos años de instalarse en California. Se casaron a los pocos meses y tuvieron tres hijos”

Tiempo bien aprovechado.

“Tenia un buen trabajo, de responsabilidad, en una multinacional. Sara se ocupaba de los niños”

Todo muy bonito.

“ A los 10 años, la empresa empezó a ir mal. Mateo tuvo que buscarse la vida por otros derroteros. Se endeudó para poder seguir pagando la hipoteca y los estudios de sus hijos. Se aficionó al juego, a la bebida, a las drogas, hasta tal punto que había recibido amenazas hacia él y su familia, por sus deudas. Un día, Sara estaba paseando con su hijo pequeño por el parque y alguien la disparó, hiriéndola.
Mateo decidió escapar. Volver a España. Ya no le quedaba familia pero recordaba con mucho afecto a sus amigos. Ellos lo ayudarían. Consiguió el dinero para los pasajes –no nos explicó como- y aquí lo tenemos. En la ruina total, viviendo en una pensión con su familia”
¡Uf! Todos suspiramos. Nos quedamos sin palabras. No sabíamos que decirle ni como ayudarle.
Karen, la incrédula del grupo, estaba impresionada. Vivía sola en un piso enorme y no dudó en ofrecerles su casa, de momento, mientras no encontrasen un trabajo.
Mateo se emocionó y abrazo a Sara. El resto prometió ayudarles en lo que pudieran. En la empresa de Juan necesitaban un conserje y se lo dijo. Carlos les ofreció dinero. No mucho, pero si para ir tirando unos meses. El resto hizo lo mismo”

Demasiado bonito para ser verdad.

“El grupo estaba sorprendido por las noticias y por la reacción que habían tenido todos y cada uno de ellos. Carlos se había enfadado con Mateo en más de una ocasión y hasta habían llegado a las manos. Karen no soportaba su victimismo. Juan siempre había estado algo celoso y yo misma, le guardaba cierto rencor por no haberme hecho más caso. Pero la cuestión es que todos le ofrecimos ayuda”

Despejada la duda sobre los problemas de Mateo y prácticamente resuelto el relato, solo me falta poner la guinda final: vivieron felices y comieron perdices –otro tópico-
El timbre de la puerta. Ahora precisamente que estoy a punto de acabar. En momento crucial en que pongo el título ¡Ahora no! Pero tengo que abrir. Podría ser importante.
- ¡Acaba antes!
Imposible. Tengo que abrir. Otra vez esa voz. Abro.
- Hola Paula ¡Buenos días! Soy Mateo.

¡Ya tengo título! LOCURA TRANSITORIA

1 comentario:

  1. Un texto de María Ángeles muy rítmico, muy ágil, marcado por la irrupción y la interrupción de la cotidianeidad que, como todo el mundo sabe, es un maldito factor de molestia en el cual uno, más que se zambulla, está zambullido. En este caso, es lo irreal, lo fantasioso que tiene el papel relevante. Este cuento no habla de la consciencia, de las disyuntivas de esta, cuando la polifonía se hace insistente y cada parte de esta polifonía reclama su singularidad, su libertad enunciativa.
    Se podrá apreciar la posición del narrador que conserva una extraordinaria solidez en su cordura. Su capacidad para racionalizar los hechos parece intacta, pero quizá sólo lo parezca.
    A mí me parece especialmente lograda la alternancia entre las partes dialogadas y las otras más descriptivas. Aprecio también este humor que roza el cinismo.

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