jueves, 7 de abril de 2011

Artista invitado: Paco Gómez (Mataró, 1965)

Hoy, en nuestro salón de artistas invitados, recibimos a Paco Gómez,. un poeta de gran delicadeza que nos dice como es lo que no es y como no es lo que parece ser. Por mi parte no leo ni melancolía, ni expresión dolorosa de la fugacidad del tiempo, más bien una manera de desbaratar lo dado, esa realidad llena de fuerzas contrarias y aniquiladoras de todo intento de belleza. Todo acto poético es un conjura.

No son sino los árboles
las lindes del camino,
los muros de la tarde.

Tantas orillas como esperas,
tantas ruecas como esperanzas
en los sueños de las aldeas,
de los puentes de piedra agotados
de aguardar los pasos de un caminante.

Tanta serenidad de bosque
lejos de las empalizadas,
donde cada noche la noche
deja en nuestros ojos su desafío,
y escarcha en la madeja del silencio.

Absortos al candor del fuego,
cada pensamiento en su trigo,
cada naufrago en su taberna,
y algún sueño cansado de ahuyentarse
yace en las aldeas como el relente.

                                               de La espera

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Solo el hombre sabe de la muerte,
sueña como piensa y malvive los incendios.
Solo el hombre no entiende la espera.
Se atrapa en ataúdes.
Niega la vida a la vida,
y alimenta con sueños las horas que se alejan.
Solo el hombre necesita contemplar,
levantar una casa para siempre.

                                               de La espera



Han llegado noticias del otoño
a las encinas viejas del camino,
buscadoras de abrigo
en la memoria cálida
de las sábanas de Agosto.
Han llegado noticias de una ciudad
cercada por los sueños de los otros,
y un amasijo de hombres y mujeres
fatigados de olvido; como sombras
que huyen de las sombras sin destino.
Han llegado noticias de tus besos
y sigue en pie la casa que me cubre.

                                                   de La espera



ATARDECER SOLITARIO
EN UNA HABITACIÓN DESNUDA
autorretrato

Y mis padres, llegaron a estas tierras,
como pétalos de un girasol marchito,
cuando en una maleta de madera
cabían los sueños de los hombres
y toda la miseria del mundo.
Yo nací un miércoles del mes de Mayo,
en una ciudad herida por las bombas
que no cayeron nunca.
Crecí como el barro en un torno,
en manos de un alfarero borracho;
...y tantas veces me mataron
tantas veces mude de equipaje.
Hice flor de esparadrapo
y amor de las caídas a tu lado,
porque nunca se muere en vano
ni se nace sólo para entender,
que al otro lado del mar
hay otro mar esperando.

                                 de Cuaderno de Sequías


EL DÍA DESPUÉS
Si descubriera en ti, luz, una razón
para seguir amando entre el escombro,
un aliento de sombra imperecedera,
sabría a qué atenerme cuando leo
en tus labios mi vida y mi epitafio.

Y hoy, sentado en la orilla de los siglos,
quisiera ser mirada y entender,
cómo se hacen pequeños los guijarros
del río que nos trajo la sed,
y no nos enseñaron el lenguaje
de los peces que habitan en el aire.

                                  De Tratado de sombras



La niebla que oculta lo efímero
no es niebla, es muro, es cantar oscuro
que riega las sombras de la primavera.

Hay una tempestad por cada instante,
y traigo, no mío, un cantar sombrío
que alimenta de luz los troncos yertos.

Si nada tengo que no pueda darse,
si todo saben del amor los muertos,
si ya alcancé el dolor del beso
¿Por qué esta niebla, cada tarde?

                                                   de Diluvios


Paco Gómez nació en 1965 en Mataró, Barcelona. Hijo de padre castellano y madre andaluza, emigrantes en los años de la inolvidable y terrible posguerra española. Se licenció en Filología Hispanica. Actualmente es profesor de lengua castellana y literatura. En 1999 publicó Girasoles, poemario con el que obtuvo el premio Jaén para autores noveles de la diputación de Jaén. En el año 2001, obtuvo el premio Joaquin Benito de Lucas con el poemario Diario de las horas muertas.
Las horas muertas son esos tiempos en los que la palabra nos abandona. Vivir en poesía es una manera de pasar y pisar por el mundo en el que vivimos. Nunca he tenido miedo a la pérdida de la palabra. Y aunque en muchos atardeceres lo pueda sentir como una condena, los momentos de felicidad son inconmensurables. Siempre he creído que la poesía se sufre. Sólo en el hecho poético, en sí y por sí mismo, residen el sentido, la razón y el hallazgo.

Mi amistad
Paco Gómez

1 comentario:

  1. Muchas gracias al Sciptorium por proponer textos de este excelente poeta.

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