miércoles, 31 de agosto de 2011

1959, Nueva York: un año de jazz (I)

Por los mares virtuales...


1959, Nueva York: un año de jazz (I)  
Por Fernando Ortiz de Urbina
Como no dejan de recordarnos las discográficas, éste es un año de grandes cincuentenarios para el jazz: Kind of Blue, la llegada de Ornette a Nueva York, The Shape of Jazz to Come, Giant Steps… En esta ocasión no se equivocan: 1959 fue un año singular en la historia del jazz, se mire por donde se mire.


En 1959 Estados Unidos era el país más poderoso del mundo con diferencia, aunque es posible que sólo lo supiera a ciencia cierta la cúpula del PCUS en Moscú. La segunda y última legislatura de Eisenhower se acercaba a su fin, una época de crecimiento económico sin parangón en la historia mundial, en la que los guardianes del “mundo libre” llegaron a acaparar un tercio de la productividad industrial del planeta.
Por ese motivo, y por la poderosa propaganda del cine y la televisión, la imagen tópica del decenio de los cincuenta en EE. UU. tiene un deje conservador y materialista, adornado por la llegada del rock’n’roll y la aparición del adolescente como nuevo segmento consumidor. Esa primera remesa de jovencitos con poder adquisitivo y una industria del ocio a su servicio -la primera generación sin un recuerdo propio de la Segunda Guerra Mundial- no tardaría en cambiar la cultura popular de su país y del mundo entero.
No obstante, desdeñar los años cincuenta de plano sería un error. La generación que sí vivió la Segunda Guerra Mundial o la de Corea, cuya infancia estuvo marcada por la Gran Depresión y el desastre agrícola de la década de los treinta, llegó ya madura a esta época de bonanza económica en la que el índice Dow Jones alcanzó un máximo histórico el último día de 1959 y, a pesar de su aparente conservadurismo ­­-en la vestimenta, en los modales-, era muy capaz de lanzar alegatos aterradoramente visionarios contra la amenaza estultificante de la televisión (el discurso de Ed Murrow que abre y cierra Buenas noches y buena suerte, de 1958) o el excesivo poder de la industria armamentística (el Presidente Eisenhower, General y republicano, en su discurso de despedida de 1961).
El último año de los cincuenta fue especial desde el primer día: el 1 de enero se afianzaba el cambio de régimen en Cuba. Aparte de implantarse firmemente el comunismo en el vecindario de EE. UU., en poco más de dos años la isla sería el escenario del peor momento de tensión de una era en que la amenaza de una guerra nuclear estaba muy presente en el imaginario popular.
Por otra parte, 1959 también es el año del nacimiento de la muñeca Barbie. En Nueva York, en la Quinta Avenida frente a Central Park, se inauguraba el Museo Guggenheim, meses después de la muerte de Frank Lloyd Wright. En cuanto a la música “culta”, Leonard Bernstein dirigía la Filarmónica de Nueva York (con la que giró en la Unión Soviética ese mismo año) y por los auditorios de la ciudad desfilaron Heitor Villa-Lobos, Artur Rubinstein, Claudio Arrau y los españoles Andrés Segovia, Nicanor Zabaleta y Victoria de los Ángeles.
Los teatros de la ciudad vieron pasar a Paul Newman (Dulce pájaro de juventud de Tennessee Williams), Sidney Poitier y George C. Scott. Sobre las tablas neoyorquinas pasó también Judy Holliday, quien iniciaría una intensa relación con Gerry Mulligan, a la vez que se estrenaban dos musicales significativos para el jazz: Free and Easy y The Sound of Music (Sonrisas y lágrimas). El primero cerró la carrera de Harold Arlen (Blues in the Night, Come Rain or Come Shine) y además propició la formación de la big band de Quincy Jones, una selección exquisita de músicos con base en la ciudad, que sería un éxito en lo musical y un fracaso en lo económico. De Sonrisas y lágrimas Columbia publicó el correspondiente elepé con el reparto original, con una canción, My Favorite Things, que sería un hito para John Coltrane un par de años después. Lejos de las luces de Broadway, se presentó una obra de teatro experimental sobre la adicción a la heroína, The Connection, en la que participaban músicos de jazz, con Jackie McLean al frente.
En los cines se estrenaron Ben-Hur, North by Northwest (Con la muerte en los talones), La Bella Durmiente, Con faldas y a lo loco, Anatomía de un asesinato y Odds agains Tomorrow (inédita en España) [*] las dos últimas con bandas sonoras de Duke Ellington y John Lewis respectivamente.

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