sábado, 17 de septiembre de 2011

Yo ya creo que va siendo hora de exterminar Francia


Yo ya creo que va siendo hora de exterminar Francia. Estoy hasta los cojones de Francia y de los franceses y de sus incursiones en el gran souffle de la nada. Francia es un país para la nada. Es el ser de Heidegger hecho patria, es la única nación cuya bandera ondea sin mástil. Ondea en la puta nada.

¿Qué hay debajo de un francés? Levantemos por los aires a los franceses y miremos, dios santo, qué cosa pisan. ¿Pisan la tierra, pisan cemento, pisan españoles o pisan el hilo del perpetuo equilibrista? Como en aquella canción de El hombre burbuja, los franceses son más sus huellas que sus pasos. Leer Francia es ir a ninguna parte, es mirar un rastro de huellas que nos señala con el dedo una zorra con gafotas o un snob con puro y que, en realidad, no vemos, pero tampoco es hora de contender con los galos ahora que tantas francesitas nos han dicho que sabemos meterla.

Proust, por Dios. Si alguien alguna vez me pidió un consejo sobre salud y longevidad, sólo le di uno: di que no te gusta Proust. Eso, amigos, es salud.

lector sano: ¡No me gusta Proust!
juan: No dejes de decírselo a tus bisnietos, man.

Marguerite Duras, ay, la Duras, la zorrilla como dicen que dijo la editora de Tusquets cuando le vio la foto chinorra en un álbum por ahí (lo cuenta Sergio Vila-San Juan en su Pasando Página). Qué más quisiera yo que adorar su talla corta y sus gafotas; qué más quisiera yo que listarla como Loriga entre mis diez referentes literarios axiales... Qué más quisiera yo que ser progre, joder. Pero llega un momento en la vida en el que uno ha de elegir entre parecer progre y dejar los libros a la mitad. No sé por qué, pero la mentira se me antoja un ente entero, completo, redondo; la verdad es siempre un trozo.

Escribir es malo. Duras no sabe escribir. No sé qué coño le pasa que no puede escribir más de 7 renglones sin dejar un espacio y ponerse con los siguientes 7 renglones. ¿Es la cadencia entre trago y trago? ¿Es la cadencia entre pesadumbre y pesadumbre? ¿Es... basura?

Es basura. La incapacidad de Duras para hilar algo, para decir algo de un puta vez en lugar de jugar al escondite con su inteligencia (por miedo a ver que detrás de su intuición no hay nada) me pone enfermo. Este libro tiene 4 cachos y en el primero sólo dice que escribir es soledad. Lo dice docemil veces. Y no dice más.

Si no te lo crees, lee el puto texto.

Nota bene. Dice Duras que le dijo, o que decía, Queneau: "Escribe, no hagas nada más." ¿Qué posibilidad hay de que Enrique, don, Vilamatizado estoy, recibiera en herencia oral esa frase de la Duras, que no es de Duras según Duras, cuando vivía en París como tantas veces ha contado tantas veces, tantos mitos, tanta frase en realidad anodina (tú folla, no hagas nada más) y qué posibilidad, hay, ay, ay, realmente: AY, de que don Enrique, al que amamos más de lo que amamos la Marsellesa, se haya inventado sin más esa anécdota?

Yo, como Juan, sé. No digo más.

Duras. Amor. Fea. Tituladora de sus novelas con la palabra "amante" hasta el hartazgo, especie de Sylvester Stallone de la literatura... Escribe en Escribir: "A veces cerramos los postigos para no verlo. También están las sillas, las guardamos para el verano. La terraza, allí es donde pasamos todos los veranos. Que lo digan mis amigos que vienen a pasar el día. Frecuentemente para eso, hablar."

¿A mí qué coño me importa todo esto, Marguerite? "Hay el primer crepúsculo, el del verano, y no hace falta encender la luz en el interior", dice, escribe, en Escribir. Y yo pongo cara de: ¿Y?

¿Y?

Eso es Francia: tres caracteres y todo suponer. ¿Será genial? ¿Seremos tontos y ellos no?

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