jueves, 13 de octubre de 2011

Edición, entrevista - Gonzalo Pontón: «La oferta de libros no se corresponde con la demanda»

Es uno de los nombres más propios de nuestro mundo editorial. Fundador de Crítica, ahora vuelve con un nuevo sello: Pasado & Presente

«La oferta de libros no se corresponde con la demanda»
ABC
 
Si la biografía de un editor es su catálogo, el perfil de Gonzalo Pontón se asocia a tres sellos imprescindibles: Ariel, Crítica y Paidós. Cuando se cumplen 35 años de la fundación de Crítica nos reencontramos con el editor en el despacho de Pasado & Presente. En el recibidor desembalan cajas y de la puerta cuelgan unos guantes de boxeo. El veterano Pontón, cigarrillo en mano, presto para el combate editorial en la era del libro electrónico.
—Gonzalo Pontón estrenando otra editorial…
—Yo sé hacer lo que sé hacer. Me inicié como editor hace 47 años en Ariel, donde permanecí hasta 1975. Un año después fundé Crítica. En 2009 sobrevino mi jubilación forzada y estos dos años me los he tomado en plan sabático. Mi filosofía editorial sigue siendo la misma: intervención cultural y cívica. La razón de mi vida.
—¿Por qué Pasado & Presente?


—Rindo homenaje a «Past & Present», la revista donde publican los historiadores más prestigiosos y la menos sectaria. Soy historiador y me dedico, sobre todo, a los libros de Historia y de reflexión sobre la Historia. Pasado & Presente es, también, un guiño a los amigos. Tengo un pasado y un presente y, para el futuro, cuento con mis hijos.
—Veo que lo había preparado todo en este forzado bienio sabático…
—Estos dos años no los he dedicado a planificar la editorial. Me he centrado en un libro, una historia del mundo occidental en el siglo XVIII, un replanteamiento y crítica de la Ilustración.
—De ahí que en los cuatro primeros títulos de Pasado & Presente figure una obra de Diderot…
—Sí, su «Tratado de la barbarie de los pueblos civilizados» es inédito en lengua española y demuestra la clarividencia de un pensador que hacia 1770 ya se planteaba el Estado del Bienestar.
—Además de Diderot, su catálogo plantea una nueva mirada a la batalla de Lepanto y dos ensayos críticos sobre el presente: «La historia oculta de los Estados Unidos», por Tariq Ali y Oliver Stone, y «La era Obama» según Chomsky.
—En Lepanto no sólo se luchaba contra el Islam sino por el dominio económico del Mediterráneo, como sucede ahora, y los otros dos títulos responden a la voluntad de intervenir, con espíritu crítico y riguroso, en el debate intelectual y moral del presente.
—¿Qué vendrá después?
—Una historia del mundo desde 1945 hasta ahora, en la que el historiador Josep Fontana lleva trabajando quince años. También verá la luz un diccionario histórico-crítico de la Guerra Civil y el franquismo, que dirige Ángel Viñas, y un ensayo de Francisco Rico sobre sus lecturas de poesía.
—¿Era más fácil ser editor a la muerte de Franco?
—Había mucho libro prohibido por descubrir, pero la efervescencia antifranquista fue un suspiro: de 1976 a 1979.
—¿Ha empeorado el mundo editorial?
—Sigue habiendo una enorme oferta que no se corresponde con la demanda y se prioriza la ficción, la autoayuda y los manuales para adelgazar sobre la reflexión y el pensamiento. La edición MacDonald comenzó en los ochenta.
—¿Y la clase política?
—Nunca me he entendido demasiado con la llamada clase política, aunque con Felipe González y Jordi Sevilla mantuve buena relación. Cuando conocí a Zapatero supe a los diez minutos que estaba ante un ser inane. Le expliqué un chiste sobre fenicios que siempre funcionaba y lo peor no es que Zapatero no se riera (aunque siempre parece sonreír)… ¡Es que no entendió nada!
—¿No le tienta publicar algo sobre Wikileaks?
—Lo de Assange se ha convertido en la revista del corazón de la política. Pero sus informaciones no sirven de nada si no se contextualizan. Wikileaks no sirve para construir pensamiento.

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