domingo, 11 de diciembre de 2011

Algo sexy para los tiempos que corren


Por: Lola Huete Machado|

Afirma el Diccionario Panhispánico de Dudas que la voz inglesa sexy se aplica, como adjetivo, a la persona o cosa que provoca atracción o deseo sexual. Y como sustantivo: atractivo sexual. Sin más. Y que hay contextos en que es posible emplear equivalentes españoles como atractivo (sexual) o sensualidad para el sustantivo; y provocativo, sensual o seductor, para el adjetivo.
Así, este Sexy Corner pretende ser eso, y sólo eso que su propio nombre indica. Un lugar para mirar y mirarnos (en nuestra historia social común, como individuos nacidos de acto sexual milenario que somos), ver y vernos de modo más seductor y atractivo. Un divertimento y distracción gustosa para los tiempos de crisis que corren, ocupándose de historias, personajes, imágenes, películas, obras, iniciativas y asuntos serios considerados sensuales o con afán de serlo...

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Fotografía del archivo personal de Isabel Muñoz.

Pero, ojo, para no llevar a engaño a esos/as navegantes amantes del porno y otras durezas del espíritu corpóreo: creemos aquí que la práctica del coito explícito, automático, percutor y sin fin (en duración y tamaños) al que estamos tan acostumbrados, como modelo icónico del polvo perfecto, no es ni mucho menos la cumbre a conquistar. No aquí, al menos. Lo cual no quiere decir que sus autores, directores y/o actores no quepan en esta rendija. Cabrán. Y nos ocuparemos de sus protagonistas allá donde se encuentren en faena; ya lo hemos hecho otras veces, desde los personajes más clásicos (¿recuerdan a la mítica e inolvidable Vanessa del Río que batió records de recomendaciones en nuestra web y define una época?) a los modelos, nombres, modos y modas más contemporáneos: esa esposa de millonario ruso, Olga Rodionova, que se hizo fotografíar por capricho por la gran Bettina Rheims cual modelo erótica en El libro de Olga (Editorial Taschen, debajo) y a la que un día preguntamos: ""¿Cuál es la diferencia entre lo erótico y lo pornográfico?". Y ella respondió: "El amor".


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Nuestro territorio, pues, será más la travesía por la montaña misma, las sugerencias, la remontada, los atajos... Aquello que sugieren y prometen miradas, caricias, gestos, la contemplación de la anatomía por partes (pechos, culos, siluetas...) o al completo. El erotismo último. Y juguetón.
Lo explícito (salvo que se sea un maestro/a en su escenificación) puede ser simplón y traicionero. Ya me entienden... Hay momentos tan reales como la vida misma en que la anatomía juega muy, pero que muy, malas pasadas al arte de la Estética (considerada como una de las Bellas Artes). Por tanto, aquí no osaremos ponerla en peligro... Allá donde falte concreción, seguro que usted sabrá construir bien la imagen con su propio atrezzo.
Sentirse atractivo a ojos ajenos es objetivo seguido en toda cultura, época y condición (obviamente, no con iguales criterios). De todo es capaz de hacer uno/a para estar más bello, mejorar el nivel del palmito e impresionar a su público: adelgazar, engordar, maquillarse, lucir pintas, dejarse la barba, andar desnudo por la vida o dejarse abrir en canal para añadirse implantes de pecho y levantarse el culo en post del objetivo último (acabar retozando).
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Pero ojo, la mirada cambia en cuanto cambia el escenario. Conviene no olvidarlo. Como conviene recordar que nada es para todos los gustos; que ser sexy no está reñido con la inteligencia, y que su anhelo escapa hasta a la presión última de los mercados. Hay ejemplos. La venta de lápices de labios no decae con la estrechez, no. Y el "Pobre pero sexy" se ha hecho eslogan desde que lo inventara hace unos años el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit, homosexual y bonvivant. Y con tal concepto y mucho empeño ha hecho de su ciudad una de las número uno entre las apetecibles del momento. Para que ustedes vean. Hay quien con poco, apenas un roce, una mirada, un gesto, una sonrisa, una atención, un botón que se abre o un milímetro de piel que se enseña, corta la respiración y tumba al contrario. Y otros/as que, aún con mucho empeño, poniéndose exquisitos, haciendo cursos, luciendo músculatura, vistiendo kilos de onzas de oro y de poder... es mirarlos... y provocarte ipso facto el sarpullido perfecto.
Un puro misterio lo de la atracción de los cuerpos. ¿Somos lo bastante sexys? ¿Cómo se consigue serlo? Ay... que gran cuestión para la reflexión. No hay respuesta buena. Mucho menos, perfecta. Aquí sugerimos, damos pistas... Quizá entre todos consigamos desvelar el misterio de esa sensación gustosa del espíritu; ese calor del cuerpo que aquilata el corazón y la musculatura entera; ese tirón mutuo que a veces desemboca en sexo... Y otras queda en pura contemplación. Y no te importa, oye. ¿O si?

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