domingo, 10 de junio de 2012

Pintura: Giorgio de Chirico (1888-1978) y su relación con Miró.

Giorgio de Chirico (1888-1978) y su relación con Miró.


Giorgio de Chirico. Foto tomada de Wikipedia.es.

Giorgio de Chirico —como casi toda la historiografia francesa prefiero Chirico a De Chirico, pero ambos modos son válidos— (Volos, Grecia, 10-VII-1888-Roma, 19 a 20-XI-1978) es un famoso pintor italiano, hermano del poeta surrealista Alberto Savinio.[1]
Estudia arte en Atenas y desde 1906 en Múnich, donde admira La isla de los muertos del pintor tardorromántico y simbolista Böcklin (y en menor grado Klinger y Kubin), uno de sus puntos coincidentes con Miró. Reside en París en 1911-1915, siendo amigo de Picasso y Apollinaire. Sirve en el ejército italiano (1915-1917) y conoce en Ferrara a Carrà, con quien crea la pintura “metafísica”, caracterizada por un onirismo clasicista, con paisajes arquitectónicos, irreales y enigmáticos, que alumbrará algunas de las obras más influyentes y copiadas del arte del s. XX.
Desde 1918 reside en Florencia y Roma, pasando temporadas en París. Los surrealistas le reivindican en 1924 como miembro de su grupo, del que forma parte brevemente su hermano Alberto Savinio. Crispolti le considera incluso el verdadero “inventor” del surrealismo pictórico[2], pero Chirico denuncia la pintura moderna en cuanto anticlásica y se aparta del grupo pese a haber participado en algunas muestras colectivas, como la primera de 1925 en la Galerie Pierre.
La relación personal Miró-Chirico es mínima, porque el italiano estuvo en París entre 1911 y 1915, no volvió enseguida tras la guerra, ya que desde 1918 residió en Florencia y Roma, y no regre­só a París hasta mucho después, en el otoño de 1925, cuando con casi toda seguridad coincidió con Miró en reuniones y exposiciones, aunque no hay visos de que Chirico y Miró mantuvieran correspondencia y Chirico no alude a Miró ni una sola vez en el capítulo de sus memorias dedicado a su relación con los surrealistas[3] La ultima estancia parisina de Chirico fue larga, pues salvo algunos viajes, se alargó desde 1925 hasta 1930, justamente los años en que los surrealistas le reivindicaban como miembro del grupo.
Por entonces a Miró le inspira en su animación de lo inanimado, la confrontación de cosas incongruentes y en su perspectiva fantástica para algunos de los “paisajes animados” de 1926-1927. Buen ejemplo de las obras que llaman su atención es Héctor y Andrómaca (1917), con significativas influencias cubistas y bioformas.
 
Héctor y Andrómaca (1917); óleo sobre tela, 90 x 60. Col. Mattioli, Milán.

Y es que Chirico es una influencia inevitable en esta época en los artistas surrealistas. Miró reconocía su interés ya en una carta a Leiris en 1924: ‹‹No me olvido del número de “Valori Plastici” dedicado a G. de Chirico, lo encargaré cuando vuelva.››[4] y mucho después, contará a Dupin en 1977 su admiración por el italiano, junto a Masson hacia 1923-1925: ‹‹ En la Rue Blomet se hablaba mucho más de pintura. (...) Pero ambos compartíamos la misma admiración por Chirico, cuyos cuadros podíamos ver en la casa de Paul Guillaume››.[5] Podían ver sus obras con frecuencia, brevemente en la exposición de 23 pinturas que presentó Léonce Rosenberg en su galería L’Effort Moderne en mayo de 1925 y más tarde incluso permanentemente en la Galerie Paul Guillaume, como ocurrió durante la estancia de Chirico y Raissa Gurievich en París en el invierno de 1925-1926; o, tiempo después, en la retrospectiva <Oeuvres Anciennes de Georges de Chirico> en la Galerie Surréaliste (15 febrero-1 marzo 1928), cuyo catálogo llevaba un prefacio de Aragon.
 
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